Incluso a edad temprana pueden aparecer alteraciones de la mácula, especialmente en individuos con una determinada predisposición. Estas alteraciones se producen generalmente en ambos ojos, pero pueden afectar a uno. Esto se denomina distrofia macular.
La definición de Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) se utiliza, en cambio, para indicar un conjunto de alteraciones de la mácula que aparecen en individuos de más de cincuenta años. El envejecimiento normal de la retina conlleva cambios a nivel de las distintas capas de la retina, pero no incluyen necesariamente el desarrollo de la enfermedad.
La DMAE es una patología que afecta a la mácula, lo que comporta una reducción más o menos acentuada de la agudeza visual.
- Degeneración macular seca, que es la más frecuente (80-90% de los casos) y de progresión lenta.
- Degeneración macular húmeda, también llamada exudativa o neovascular, que puede provocar pérdida de visión repentina por su rápida progresión. Se presenta en el 10-15% de los casos
Los primeros síntomas de la DMAE pueden consistir en ver zonas oscuras fijas o ver las imágenes deformadas y distorsionadas. Esta enfermedad macular no causa dolor ni enrojecimiento ocular.
Los datos de estudios epidemiológicos estiman cifras de prevalencia del 0,2% al 5,4% en la franja de edad comprendida entre los 65 y los 85 años. En la franja de edad comprendida en las personas a partir de 85 años, este porcentaje aumenta del 12% al 30,8%.
No existe un único gen responsable de la degeneración macular, sino una combinación de genes en los que influyen factores externos ambientales y que puede contribuir a la aparición de la enfermedad.
En diversos estudios, se han identificado varios genes que de tenerlos, multiplican el riesgo de padecer DMAE. En estos casos, controlar los factores ambientales como mantener un peso normal, alimentarse bien y no fumar es fundamental. Sin embargo, sigue siendo fundamental el papel que juegan los factores ambientales y el estilo de vida en el desarrollo de la patología.
Un consumo excesivo de bebidas alcohólicas está asociado a un aumento del riesgo de padecer DMAE, ya que el alcohol en dosis elevadas reduce la absorción de los antioxidantes normalmente ingeridos con la alimentación, como las vitaminas del grupo B.
Entre los componentes de la uva que parecen tener un componente protector de la DMAE, cabe mencionar el resveratrol, que pertenece a la familia de los polifenoles y es una sustancia capaz de disminuir la oxidación y reducir la proliferación del epitelio pigmentario de la retina.
El humo favorece los procesos de envejecimiento celular (con formación de radicales libres), provoca la disminución de los niveles de protección antioxidante de las células (consume los antioxidantes presentes en el organismo) y activa los procesos inflamatorios.
A nivel ocular, el humo reduce los niveles de luteína presentes normalmente, ralentiza el flujo de sangre en los vasos sanguíneos y disminuye la capacidad de las células retinianas para liberarse de los productos de desecho causantes de las drusas.
Existe una relación entre el número de cigarrillos que se fuman a diario, el número de años que se ha fumado y el aumento de la incidencia de la DMAE. Es decir, quien fuma desde hace más tiempo un mayor número de cigarrillos corre un mayor riesgo con respecto a un exfumador, que a su vez tiene mayor riesgo que quien no ha fumado nunca. Por otra parte, cabe destacar que se ha visto que si se fumó mucho en el pasado, pero dejó de fumar hace más de 10 años, su riesgo disminuye y después de 20 años sin fumar el riesgo es igual al de una persona que no ha fumado nunca.
Un índice de masa corporal comprendido entre 25 y 29, expone al sujeto a un riesgo de desarrollar la enfermedad. Si es superior a 29, existe un mayor riesgo aun.
Así pues, desarrollar una actividad física con regularidad y cuidar la alimentación contribuyen a la prevención de la degeneración macular.
A pesar de que la cuestión es controvertida, está claro que una exposición prolongada a la luz solar favorece la formación de radicales libres del oxígeno. Además, la porción azul del espectro de la luz visible, que es más energética y, por tanto, más dañina, actúa sobre la retina dañando los fotorreceptores. Por otro lado, una escasa exposición de la piel a la luz solar implica niveles reducidos de vitamina D, que es fundamental para la retina.
El problema de la falta de vitamina D es más generalizado entre las personas mayores, debido a que su capacidad de producción disminuye con la edad. En cualquier caso, el problema de la falta de vitamina D no se limita solo a la franja de edad más avanzada. En España, como en el resto del mundo, la insuficiencia de vitamina D se produce ya en niños o en jóvenes, y persiste en adultos, en mujeres postmenopáusicas y en ancianos. Los datos disponibles confirman que existe una insuficiencia y deficiencia en la población española en todas las edades estudiadas y en ambos sexos, similar a la existente en todo el mundo incluyendo regiones muy soleadas.
Se aconseja, por tanto, la ingesta de leche y lácteos, una mayor exposición a la luz solar, o bien complementar la alimentación con suplementos nutricionales incluyendo vitamina D. La vitamina D es fundamental para los huesos, el sistema nervioso central y otros órganos, y desarrolla un papel protector frente a distintas patologías, incluyendo la DMAE.
El problema de la exposición de los ojos a la luz solar se limita con un uso constante de gafas de sol protectoras, dotadas de lentes con filtro UV, a utilizar siempre que se esté al aire libre, especialmente en aquellas estaciones del año y en aquellas regiones con mayor grado de insolación.
Hay proteínas transportadoras de colesterol “bueno” y colesterol “malo”. A las proteínas del colesterol “bueno” se les llama así porque son capaces de eliminar las grasas de distintos tejidos y órganos, y llevarlas al hígado, donde se eliminan. Las proteínas del colesterol “malo” desarrollan la acción contraria, llevando el colesterol a los tejidos periféricos, donde puede ser utilizado como reserva de energía. Se debe tener un buen equilibrio entre ambas proteínas transportadoras de colesterol. Se define “hipercolesterolemia” a un exceso de colesterol en la sangre.
En las células del epitelio pigmentario de la retina, una de las capas de la retina, puede existir una excesiva acumulación de colesterol.
Los ácidos grasos polinsaturados, contenidos en los aceites vegetales y en el pescado, desarrollan un papel protector con relación a la hipercolesterolemia; las grasas saturadas, en cambio, que abundan en la carne, la leche y sus derivados, así como en los huevos, generan una mayor acumulación de colesterol.
Se ha estudiado que los ácidos grasos polinsaturados pueden prevenir la DMAE en su estadio precoz y en su estado avanzado. Consumir pescado azul al menos dos veces por semana puede reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad hasta un 27%-30%.